En la primera parte de este artículo, hicimos un recuento sobre el significado y la trascendencia de la Cumbre sobre Cambio Climático que se lleva a cabo actualmente en Durban, Suráfrica hasta el próximo 9 de diciembre. Hablamos del Protocolo de Kioto y la falta de compromiso de países como Estados Unidos, China e india. En esta segunda entrega hacemos un análisis de la realidad actual en materia de cambio climático y su dramática consecuencia el calentamiento global:
En la última década, se han presentado evidencias del cambio climático a nivel mundial: inundaciones en Pakistán, Australia, Colombia o extremas sequías en el Sahel, África que implican grandes problemas sociales y económicos.
El panorama actual es contradictorio. Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) del 2007 «Mientras los gobiernos reconocen la realidad del calentamiento global, las medidas políticas continúan estando por debajo de lo mínimo necesario para resolver el problema. En este sentido, hay una brecha enorme entre la evidencia científica y la respuesta política.»
En términos relativos (per capita) es claro que los habitantes de los países desarrollados emiten tres veces más que aquellos que viven en los países en desarrollo. Estos distintos modos de evaluar las «responsabilidades comunes pero diferenciadas» son parte sustancial de los debates en el seno de la Convención desde su firma hasta la fecha y, consecuentemente, uno de los mayores problemas para lograr alcanzar acuerdos. (Honty, Cambio climático, Negociaciones y Consecuencias para América Latina)
De ahí que los países han sido clasificados en distintos grupos según su crecimiento económico, PIB y emisiones de carbono. Los industrializados pertenecen al grupo Anexo1 y el resto al No Anexo1.
Respuesta de algunos países
La Unión Europea, en general, ha sido responsable con este tema y muchos de los países han puesto en práctica estrategias para lograr cumplir con los compromisos establecidos y aceptados por cada uno de ellos, dependiendo de su historial en aportes de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y de su capacidad económica.
El compromiso de España, por ejemplo, era no sobrepasarse en más de 15%, con respecto a las emisiones de 1990, pero no cumplió pues se dispararon muy por encima de sus límites (+45%), debido al gran crecimiento en la primera década de 2000, que significó mucha construcción, aumento en el movimiento de transporte y, por lo tanto, en un gran consumo de energía proveniente de combustibles fósiles. Igual sucedió con Dinamarca y Portugal.
Estados Unidos es el responsable del 36% de los GEI y, como dijimos no ratifica el Protocolo; sin embargo, bajo el gobierno de Obama, ha presentado propuestas al Senado sobre leyes para el control del cambio climático; con esto pretende demostrar que no es falta de interés y así forzar a los emergentes que no se comprometen. Su compromiso debería ser haber bajado a 2012 en un 7%.
América Latina es un caso distinto en este análisis: El CO2 derivado de la deforestación y del cambio del uso de la tierra, así como el N2O y el CH4 de la agricultura se vuelven factores determinantes de las emisiones latinoamericanas, más que el CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles. De hecho, el aporte de CO2 de Suramérica, relacionado consumo de energía, es del 3.3%.
¿Y, cómo va el Protocolo de Kioto?
Mientras en los países desarrollados las emisiones de GEI se están desacelerando, en los países en vías de desarrollo están en franco crecimiento. Particularmente economías emergentes de gran tamaño como China, India y Brasil, han alcanzado los niveles de los grandes emisores. China en particular ya se ha convertido en el mayor emisor de CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles.
Estos tres países emergentes, aunque ratificaron el Protocolo, aducen que el hecho de bajar sus emisiones, iría en contra de su crecimiento y afectaría económica y socialmente a sus respectivas poblaciones.
Ante este panorama, Estados Unidos insiste en no ratificar el Protocolo hasta que los países nombrados, se comprometan a bajar sus emisiones. En esta posición lo acompañan Australia, Lichtenstein y Mónaco.
Las metas propuestas por el Protocolo de Kioto tienen fecha de vencimiento el próximo año (2012). Tristemente, ya se sabe que los compromisos establecidos no se lograron en ninguna de las regiones del mundo. Se espera establecer una segunda fase.
Sin embargo, se espera que en la Cumbre actual en Durban se refuercen los compromisos del Protocolo. Es importante mantenerlo, pues es el único compromiso que vincula a la mayoría de las naciones del mundo en la reducción de GEI.
Existe una clara disparidad en las emisiones de los países desarrollados y los países en desarrollo y frente a este hecho, el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), ha entregado un informe Bridging the Emissions Gap (Estrechando la brecha de las emisiones) que se constituye en una herramienta muy importante para las deliberaciones del COP17 y para los gobiernos y los organismos reguladores.
Es importante identificar y promover fuentes de financiación para ayudar a los países más vulnerables a reducir los GEI y a enfrentar las consecuencias del cambio climático.
Con base en esta realidad, en el COP16 que se celebró en Cancún en 2010, se confirmó el compromiso de crear el Fondo Verde que debe proveer financiamiento a partir de 2013 y aumentar periódicamente hasta 2020, fecha en la que los países industrializados prometieron girar 100.000 millones de dólares por año para que los países en desarrollo puedan hacer frente al cambio climático.
Hoy en el COP 17, en Durban, se discute si este Fondo debe ser administrado por el Banco Mundial o por la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Complementario con el Fondo Verde se propone la implementación del Mecanismo de Adaptación y transferencia de tecnología, que ayude a esa labor de países en vías de desarrollo.
La unión Europea tiene como meta la reducción del 20% para 2020.
Así van las cosas con esto del calentamiento climático, que se hace cada vez más urgente de atender. Esperamos que de esta reunión de las partes y de quienes tomas las decisiones, salgan buenas prácticas.
Es imposible que en nuestro ya pequeño Planeta sigamos aumentando la población, conservando los hábitos de consumo que tenemos.
Debemos establecer límites no sólo del crecimiento sino de las necesidades humanas.
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