La investigación y la tecnología cada vez se concentran más en encontrar alternativas para remplazar los combustibles fósiles, como ya lo hemos comentado en repetidas oportunidades.
A la necesidad de hallar nuevas fórmulas para remplazar a los hidrocarburos por su alto contenido de emisiones, se le suma el hecho de que economías emergentes como India, China y Brasil son grandes demandantes de estos combustibles, y los países desarrollados tampoco han bajado de manera satisfactoria su consumo. Esto hace que, en especial, las reservas de petróleo, se estén reduciendo fuertemente. Como consecuencia, hay que buscar fuentes alternativas para suplir las necesidades energéticas.
Una de las opciones interesantes que se vislumbran, es la obtención de biocombustibles de segunda generación, mediante procesos más eficientes en los que no se utilizan materias primas agrícolas que hagan parte de la dieta de los humanos, y en los que se obtienen mayores beneficios de reducción de dióxido de carbono (CO2), sin alterar las condiciones naturales del ambiente, afirma la experta Rocío Bustamante en la revista Energía a Debate.
Las microalgas son una opción que se ha ensayado en varios lugares como Brasil, con buenos resultados. Según explica la ingeniera Bustamante, “no requieren suelos agrícolas. Tienen una productividad hasta 100 veces mayor por unidad de superficie que la de los cultivos agrícolas. Se crean granjas con estanques de baja profundidad para permitir el ingreso de luz solar, aunque también pueden cultivarse en fotorreactores (recipientes de vidrio o plástico transparente). Pueden utilizar agua salada y requieren de grandes cantidades de CO2. Las granjas se pueden situar en regiones templadas y cálidas, así como en desiertos y costas donde los suelos no son adecuados para producción de alimentos”.
Chile decidió seguirle los pasos a Brasil y en 2011 el grupo inversor AIQ adquirió la patente de esta tecnología que comercializa la empresa estadounidense Petroalgae y, a finales de este año 2012, prevé empezar a producir de forma masiva estas plantas acuáticas. (En Efeverde.com)
Combustible y proteínas
Petroalgae ha estudiado las propiedades de estas pequeñas plantas que crecen en las aguas estancadas de las lagunas o los ríos, concluyendo que, al deshidratarlas, se puede obtener crudo refinado y al tiempo proteínas para el consumo animal, con unos costos bastante reducidos.
Piscinas «biorreactivas»
«No necesitamos una especie de alga que crezca en un hábitat determinado. Tan sólo buscar un terreno donde situar las piscinas biorreactivas para reproducir masivamente los microorganismos (su reproducción es en un periodo de 24 a 48 horas) y una máquina que deshidrate las plantas acuáticas», asegura Jorge Abukhalil, responsable de esta multinacional, que ya ha implementado dicho sistema en países como Tailandia, Surinam y Ecuador.
Grandes consumidoras de CO2
Además, estos microorganismos son capaces de consumir entre 100 y 120 toneladas de dióxido de carbono por hectárea cultivada, por lo que, según Abukhalil se trata de un sistema de producción «ambientalmente sostenible».
«Hemos calculado que con un cultivo de 500 hectáreas se pueden producir anualmente entre 100.000 y 150.000 barriles de crudo», agrega Abukhalil.
El representante de la empresa chilena, Andrés de Carcer dice que por el momento, pretenden especializarse en la producción de proteínas para el consumo animal, aunque no descarta que, cuando el proyecto esté en marcha, puedan comercializarlo a la industria petrolera.
Por ahora ya se ha construido una pequeña planta de producción en las afueras de Santiago, donde se ha comprobado la eficiencia de la tecnología antes de empezar la producción de la planta acuática a gran escala.
Tomado de: Víctor Martí en EFEverde, Apolinar Velazco, Rocío Sarmiento en Energía a Debate
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