El litio, un metal con propiedades especiales en la conducción de calor y electricidad es visto como el commodity del futuro por la fuerte demanda que ya han comenzado a generar las baterías de automóviles eléctricos que se están desarrollando en China, Estados Unidos y Europa. Eso, sin contar el creciente uso en celulares, notebooks y artículos electrónicos portátiles, en general, además de su uso farmacéutico para combatir la depresión.
En Sudamérica están las mayores reservas de litio del mundo. Y en ese contexto, Bolivia, Chile y Argentina aparecen como los países con más cantidad debido al alto potencial de sus salares.
En Bolivia, los yacimientos de este muy popular y valioso metal, se encuentran en el salar de Uyuni, un lugar de una belleza única, sitio obligado para los turistas que llegan a ese hermoso país; es el mayor desierto de sal continuo del mundo, con una superficie de 12 000 km². Está situado a unos 3650 msnm el suroeste de este país, departamento de Potosí, en la Cordillera de los Andes.
El gobierno boliviano ha hecho varios esfuerzos para atraer capitales extranjeros que le permitan explotar este salar, con la idea de que el Estado sea el controlador del negocio. De ese modo, se busca que el metal no sea exportado, sino procesado en dicho país bajo el modelo de una empresa pública. La nueva Constitución, aprobada en enero de 2009, puso en manos del Estado el control de los recursos naturales.
Chile figura como el país con los mayores depósitos de este elemento. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) el país tiene cerca de 3 millones de toneladas de litio, principalmente en las salmueras del Salar de Atacama. Pero al hablar de reservas base –lo que se calcula que podría existir en otros lugares–, Bolivia aparece con más de 5 millones.
La chilena SQM, por ejemplo, compañía que tiene el 30% del mercado mundial de litio, habla de 18 millones en reservas en Chile de carbonato de litio (equivalentes a los 3 millones de litio puro de que habla la USGS). Y algunos aseguran que podría haber hasta 90 millones de toneladas en Bolivia. “En el tema de las reservas hay mucha especulación”, dice Roberto Mallea, especialista del Centro de Investigación Minera y Metalúrgica, en Santiago.
Lo que sí es cierto, dice, es que en Argentina hay muchos salares y no se conoce su potencial, debido a las pocas exploraciones. “Hay algunos antecedentes que hablan de reservas de 800 mil toneladas en el país”, dice Mallea. “Pero eso es de un salar. Y entre Salta y Jujuy debe haber, a lo menos 10 ó 15 salares de ese tamaño”.
Otro cuento es Asia, donde las reservas son menores y no están en salmueras, sino en cuerpos rocosos, de donde es mucho más difícil (y caro) sacar la materia prima. Por eso los orientales están interesados en invertir en Sudamérica. Es la única manera de asegurarse el litio necesario para su negocio futuro.
Volviendo al caso de Bolivia, en su afán de convertir a su país en productor de litio, Evo Morales invirtió en 2009 US$ 6 millones en la construcción de una planta piloto en Río Grande que se esperaba que comenzaría a operar en el 2010 y su producción aproximada podría ser de 30.000 toneladas de carbonato de litio al año para exportación, lo que les permitiría recuperar la inversión de US$ 5,73 millones realizada hasta ahora en este proyecto. Sin embargo, el proyecto piloto está muy atrasado y no se espera la producción industrial del volumen proyectado de carbonato de litio hasta principios del 2015
Además de la extracción de litio, se pretende también obtener ácido bórico, sulfato de cloruro de potasio, cloruro de magnesio, carbonato de sodio y bórax.
La minería a cielo abierto ha sido una de las causas principales de los impactos ambientales más graves. ¿Qué pasará en unos años con la creciente demanda de litio? ¿Cómo quedará el salar? Como cualquier otra fuente de energía, su extracción a gran escala es un daño irreversible para el medio ambiente.
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Tomado de: eabolivia
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