¿Qué puede tener de malo un computador o un celular? Aparentemente, lo único que nos traen son ventajas, nos hacen la vida más fácil. Pero resulta que para la elaboración de estos aparatos, se necesita el coltán u “oro azul”, un componente que se extrae de las minas en el Congo, con toda una historia de guerras, muertes, esclavos, desastres ecológicos, que nos obligan a reflexionar y preocuparnos por frenar esa violencia
¿Qué es el coltán?
El coltán es un término que resulta de la contracción de los nombres de dos minerales: la columbita, óxido de niobio con hierro y manganeso, y la tantalita, óxido de tántalo con hierro y manganeso.
Estos óxidos son escasos en la naturaleza y, hasta hace muy poco, eran muestras de museos, sin ninguna aplicabilidad. Hoy en día, gracias al proceso de refinación donde se tritura el coltán, se obtiene tántalo (o tantalio) y niobio, don minerales con diversas propiedades, que permiten una gran cantidad de aplicaciones.
Propiedades
- Superconductores,
- Ultrarrefractarios (soportan temperaturas muy elevadas)
- capacitores (almacenan carga eléctrica temporal y la liberan cuando se necesita),
- Altamente resistentes a la corrosión y a la alteración en general
- Material privilegiado para uso extraterrestre en la Estación Espacial Internacional y en futuras plataformas y bases espaciales.
- Chips y condensadores para: telefonía móvil, fabricación de ordenadores, videojuegos, armas inteligentes, medicina (implantes), industria aeroespacial, levitación magnética, iP@ds, mp3, GPS, centrales atómicas y trenes magnéticos de alta velocidad.
El Congo primer productor de coltán
El principal productor de coltán es el Congo, donde se encuentra el 80% de las reservas. El resto estarían repartidas en Australia, Brasil, China y, últimamente, Venezuela, Bolivia y Colombia.
Hasta aquí la historia va muy bien. Pero resulta que, como todo mineral, su extracción conlleva a impactos en el medio ambiente, con implicaciones sociales y ecológicas muy graves. Y, en el caso del Congo, el tema es bien complejo.
Las minas de coltán a cielo abierto producen un daño de alto impacto, puesto que la capa vegetal se retira y los suelos quedan expuestos y completamente inservibles. En época de lluvias, el material removido es barrido por la escorrentía que lleva los sedimentos a los ríos. Además, en la extracción, se pueden encontrar yacimientos de uranio que resultan altamente contaminantes y nocivos para los mineros y el entorno. Gran parte de los yacimientos está ubicada en la zona donde viven los gorilas y, por lo tanto su hábitat se ha visto fuertemente afectado. Los desastre ecológicos han sido de grandes dimensiones y han involucrado también a los países vecinos. El estado es completamente incapaz de hacer algo al respecto, por lo que explicamos a continuación.
El Congo ha sido un país azotado por las guerras y la pobreza. Los grupos armados se han perpetuado y han encontrado en el coltán una forma de seguir aplicando la violencia.
Una tonelada del apetecido “oro azul” puede costar entre 60.000 y 100.000 dólares, provocando el enfrentamiento de las milicias que luchan por el monopolio del coltán y para ello esclavizan a los prisioneros de guerra, incluso a los niños que son utilizados para la dura faena de la extracción del mineral; es una espiral interminable de violencia, que lleva más de 15 años, con miles de muertos y desplazados, en la que también sufren países vecinos, como Ruanda.
Red de extracción y venta
La cadena de extracción y venta del “oro azul”, desde que sale de las minas, hasta que llega a las industrias electrónicas, recuerda a la película “Diamantes de Sangre”. En Ecosofia.org nos explican esa larga transacción así:
Minas: los mineros, muchos de ellos menores de edad, son tratados como esclavos, se les paga entre 1 y 5 dólares al día. El mineral es sacado en forma clandestina por los grupos armados a través de las fronteras.
Casas de comercio: el mineral es llevado a las grandes ciudades donde se vende en las casas de comercio. El transporte es supervisado por los grupos armados que cobran una cantidad por cada saco.
Exportadores: Los comerciantes reciben y aseguran su dinero antes de despachar el coltán a los exportadores quienes procesan el mineral y lo venden a las refinerías.
Refinerías: Estas se encuentran en su mayoría en Asia Oriental; el coltán debe ser refinado antes de salir al mercado internacional donde será adquirido por las fábricas de tecnología.
En toda esta red la trazabilidad para saber la proveniencia del mineral es casi nula. Todos se limitan a preguntar si viene de zona de conflicto y, la respuesta segura es que no.
Compradores: Son las fábricas donde se elaboran productos electrónicos, desde pequeñas industrias que hacen chips, hasta compañías de celulares, computadores, juegos de video y aparatos de música.
Es así que Nokia, Apple, Intel, Samsung, Sony, Hewlett Packard, Nintendo, entre otros, son los grandes compradores.
¿Qué se puede hacer? directa o indirectamente, todos estamos metidos en esta red. Lo que propone el proyecto Enough (Proyecto para acabar contra el genocidio y los crímenes contra la humanidad):
- Las industrias pueden crear una certificación internacional que asegure la proveniencia de los minerales que se usan en la elaboración de los aparatos electrónicos y otros productos
- Los gobiernos locales pueden instituir zonas libres de conflicto en colaboración de entidades no gubernamentales.
- También se pueden desarrollar sistemas de huella química para rastrear los minerales.
Después de leer esta historia, ¿cómo piensas que podríamos ayudar a frenar esta violencia?
Tomado de: Ecosofia.org; La Revista minera.com; El País; Wikipedia
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