Mentira N.10: Las plantaciones no pueden ser juzgadas en forma aislada
Este es uno de los argumentos más recientes de los promotores de las plantaciones. Sostienen que hay un «sistema continuo» entre un bosque primario y un «bosque plantado» especializado en la producción de madera. Es decir, que habría un sistema, al que llaman «bosque», que incluye bosques primarios protegidos, bosques de producción, bosques protectores, bosques secundarios y plantaciones de todo tipo. Por lo tanto, dicen que hay que analizar ese sistema «bosque» en su totalidad y no centrarse en uno sólo de sus componentes: el monocultivo forestal a gran escala. El argumento es inteligente, pero no menos falso que los anteriores.
En primer lugar, porque parte de la falsa premisa de que una plantación es un bosque. El tipo de plantaciones al que hacemos referencia constituye un cultivo especializado en la producción de grandes volúmenes de madera en plazos cortos, cuya única similitud con un bosque consiste en estar constituido por árboles, que ni siquiera son nativos. Por lo tanto, no puede hablarse de un «sistema continuo» entre elementos intrínsecamente diferentes. Sería como decir que la fauna nativa y la cría de vacas lecheras constituyen un sistema continuo entre lo natural y lo especializado en la producción de leche y que no es posible juzgar aisladamente los impactos de la ganadería lechera sin analizarlos en ese contexto.
En segundo lugar, porque en general las plantaciones comerciales no sólo no complementan a los bosques, sino que en muchos casos se constituyen en causas directas o indirectas de deforestación. Lo mismo se puede decir con respecto a como afectan la biodiversidad, el suelo, el agua y en particular a las poblaciones locales.
En definitiva, este razonamiento pretende justificar la destrucción de la naturaleza en determinada área argumentando que su conservación se asegura en otra área. Al incluir las plantaciones en ese supuesto sistema «bosque», se esconde y justifica la destrucción social y ambiental generada a partir de los monocultivos forestales a gran escala. Frente a los impactos sobre la biodiversidad, la respuesta de los ideólogos de esta mentira consistirá en decir que ésta se asegura por la existencia de áreas protegidas… aunque estén separadas por cientos de kilómetros. Lo mismo dirán con respecto al régimen hidrológico … aunque las plantaciones y el bosque estén en cuencas diferentes. No hablarán del tema suelo … donde no tienen argumentos y apelarán al argumento de la generación de empleo (Mentira 8) para esconder los impactos sociales de las plantaciones, que también muestran la diferencia entre un bosque (donde vive gente) y una plantación (donde la gente es expulsada).
El tema de fondo es que este argumento pretende justificar una lógica que divorcia la producción de la conservación; es más, que utiliza la conservación como excusa para habilitar la destrucción. La existencia de áreas protegidas de bosques (que efectivamente protegen el suelo, la flora, la fauna y regulan el ciclo hidrológico) se constituye en el justificativo para implementar grandes monocultivos (en este caso, de árboles) que destruyen todos los recursos naturales y los derechos y medios de supervivencia de las poblaciones locales.
Dado que la única forma de asegurar la sustentabilidad social y ambiental consiste en incorporar la conservación a los procesos productivos (y no en separarlos en compartimientos estancos), estos monocultivos de árboles no pueden de ninguna manera ser considerados como integrando el sistema bosque y, por consiguiente, sus impactos deben ser analizados por separado, como se hace con cualquier otro cultivo agrícola.
Con información de: Ecoportal.net
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales –www.wrm.org.uy