Las NUS como herramientas para la innovación de la agrodiversidad en la agricultura española. Algunos ejemplos:
Aceptada la transferencia incompleta de germoplasma desde otros rincones de la agricultura mundial y la lección que nuestra propia historia agrícola puede darnos, haremos una síntesis de las ideas citadas anteriormente y sugeriremos algunos nuevos componentes para la agrodiversidad de los territorios españoles.
Hortícolas
Tal vez sea éste el grupo de mayor número de NUS, con especial origen en la marginación. Se trata en su mayoría de especies consumidas como verdura cocida, rehogada o en fresco en forma de ensaladas, con cierto toque de amargor. Algunas gastronomías actuales en Europa (y también en América por exportación del cultivo y tradición de consumo) las incorporan aún de forma preferente como guarnición de carnes. También hay algunas muy aromatizantes, difícilmente separables de su cualificación como especias o aromáticas. Entre ellas están las Amarantáceas: Amaranthus tricolor (= A. gangeticus, bledos); las Apiáceas: Foeniculum vulgare (hinojo), Pastinaca sativa (chirivía), Smyrnium olusatrum (apio caballar u olosatro) y Chrytmum maritimum (hinojo marino); Borragináceas como Borrago officinalis (borraja), Simphytum officinale (consuelda mayor); numerosas Brasicáceas como Eruca vesicaria subsp. sativa (nuestra tradicional oruga, ahora llamada rúcula por influencia italiana), Nasturtium officinale (berro, que todavía se consume en potaje en Canarias como plato tradicional), Lepidium sativum (mastuerzo) y un sinfín de otros mastuerzos y jaramagos silvestres como Bunias erucago, Barbarea verna, Cochlearia officinalis, Cardamine vulgaris, C. pratensis, Lepidium campestre, Rapistrum rugosum, Capsella spp., Crambe spp., así como diversas mostazas y rábanos picantes, más saborizantes y especias que hortícolas en sentido estricto, entre las que se encuentran no sólo las tradicionales Sinapis alba (mostaza blanca) y Brassica nigra (mostaza negra), silvestres en nuestros paisajes arvenses, sino también algunas más selectas como Armoracia rusticana (rábano picante) y la oriental Wasabia japonica (el wasabi), hoy muy popular por su uso como condimento del sushi; Cariofiláceas como Silene inflata (collejas); Campanuláceas (Campanula rapunculus); Poligonáceas: Rumex acetosa (acedera) y otras especies del mismo género; Portulacáceas, como la muy exquisita verdolaga (Portulaca oleracea); y entre las Quenopodiáceas: Atriplex hortensis (armuelle), cenizos como el vulgar Chenopodium album o el endemismos ibérico, Chenopodium bonus-henricus y diversas barrillas y hierba-saladas de los géneros Salsola y Salicornia, interesantes por su extrema adaptación a los suelos salinos.
Hemos dejado para el final el caso especial de las Asteráceas entre las que hay especies como el diente de león (Taraxacum officinale), las achicorias (radichetas en Argentina, Cichorium intybus) o los salsifíes (Tragopogon porrifolius, Scorzonera hispanica). Merece especialmente destacar el caso de los llamados “cardos”, espinosas muy bien representadas en la flora silvestre ibérica, y de los que al menos 25 son objeto de uso alimentario, en su mayor parte a través de la colecta de poblaciones silvestres; entre ellas Arctium minus (lampazo), Silybum marianum (sílibo o cardo mariano), Scolymus maculatus (tagarninas), Scolymus hispanicus (cardillos), algunas especies de Onopordum y por supuesto los “cardos”en sentido popular (C. carduncullus), las alcachofas (C. scolymus) y el cártamo (Carthamus tinctorius) que siguen siendo objeto de cultivo extensivo. Estos últimos, los cardos, presentan además de sus propiedades alimentarias, virtudes medicinales como las de ser hipocolesterolemiantes, hipoglucemiantes, diuréticos, antirreumáticas, hepatoprotectores y antioxidantes, y gozan además de buena reputación entre los cocineros por prepararse de formas tradicionales, a veces ciertamente exquisitas, como las tagarninas “esparragás” o los corazones de alcachofa hervidos en leche. La lista de cardos utilizables como alimento podría ser mucho más amplia: Carduus benedictus, Carthamus coerulescens, C. arborescens, Arctium lappa, Reichardia picrioides, Calendula officinalis, Hyoseris radicata, etc.
Deberíamos también mencionar entre las hortícolas de fruto muchas especies de zapallos americanos casi desconocidas en la agricultura española (género Cucurbita) más allá de C. pepo y C. ficifolia (calabazas y calabacines). Entre ellas C. moschata, C. máxima o C. argirosperma. En la misma familia de las Cucurbitáceas también podemos recuperar los antiguos cohombros cultivados en la Hispania romana (el alficoz, o melón amargo primitivo, Cucumis flexuosus, consumido como pepino antes de la llegada de Cucumis sativus): otro melón amargo muy conocido en Oriente es Momordica charanthia. Al género Sechium, de la misma familia, pertenece un excelente zapallo , el chayote, Sechium edule, poco conocido y la también especie americana y completamente ignorada, Sechium tataco, como también lo es Cyclanthera pedata, muy consumida sin embargo en Centroamérica.
Finalmente, no podemos dejar de citar las posibilidades de incorporación de especies de raíz y tubérculo desde la flora andina: Arracachia xanthorriza (la arracacha), la muy famosa maca por sus propiedades sexualmente vigorizantes (Lepidium meyenii), la mashua (Tropaeolum tuberosum), el ulluco (Ullucus tuberosus), la oca (Oxalis tuberosa), el chago (Mirabilis expansa), o el yacón (Polimnia sonchifolia), entre otros muchos.
Leguminosas
Incluiremos aquí diversas leguminosas de grano utilizadas en alimentación humana, animal o mixta como: Lathyrus sativus (almorta, guijo, tito), Lathyrus cicera (titarro, chícharo, galgana), Vicia ervilia (yeros, alcarceña, ervilla, lenteja bastarda), Vicia monanthos (garroba, algarroba), Vicia narbonensis (alverjón), Vigna sinensis (habichuela, caupí). De la alholva o foeno-greco (Trigonella foeno-graecum) hablaremos más adelante con ocasión de las especias.
Acabamos de mencionar las antiguas habichuelas cultivadas desde la antigüedad en la Península mucho antes que se conocieran los frijoles americanos (Phaseolus spp., principalmente P. vulgaris). Corresponden principalmente a la especie Vigna unguiculata o tal vez a Dolichos lablab, ambas Faseoleas del Viejo Mundo conocidas desde muchos siglos en el Occidente mediterráneo, pero especialmente cultivadas en el período hispanoárabe. Como ejemplo de la marginación que estas leguminosas han sufrido a consecuencia de la introducción de los frijoles americanos (judías, alubias o habichuelas), podemos recordar cómo en el texto de Ibn al-Awamm, se cultivaban en Al-Andalus al menos doce “especies” según el autor (cultivares), que denomina con nombres como ‘marfilada’, ‘adivina’, ‘jacintina’, ‘dura’ o ‘bermeja’, ‘de picaza’, ‘alfahareña’, ‘romana’, ‘etiópica’, ‘blanca’… Esta biodiversidad genética corría pareja con una alta variedad en sus formas de consumo: en verde (las vainas, aderezadas con aceite y vinagre), en sopas junto a pescados salados, cocidas las semillas con agua, trasformadas en harina, preparando luego purés que se servían como guarnición de otros platos, sazonados además con especias. No hay que olvidar que actualmente en el comercio de productos dietéticos y en la elaboración de diversas recetas orientales, se encuentran junto a la soja (Glycine mas) y a la antigua habichuela o poroto africano (V.unguiculata = V. sinensis) otras especies del mismo género y de procedencia asiática tales como Vigna mungo (mung) y V. angularis (aduki) que podemos considerar todavía como NUS en nuestra agricultura.
También se debería incluir en este grupo una buena parte del germoplasma de otras leguminosas de grano, mejor conocidas en la alimentación humana y abundantemente cultivadas en la actualidad, pero cuya variabilidad infraespecífica, a nivel de cultivares locales o tradicionales, se ha visto notablemente mermada durante los últimos siglos, como es el caso de muchas variedades de Cicer arietinum (garbanzo), Pisum sativum (guisante), Vicia faba (haba) y Lens esculenta (lenteja). En el mismísimo género americano Phaseolus, la Península Ibérica es centro secundario de diversidad pero sólo de P. vulgaris. Otras especies del mismo género son ignoradas.
Cereales y otros granos
Podemos mencionar la marginación de mijos y panizos, esto es de especies como Panicum miliaceum, Setaria italica y Pennisetum glaucum. Otras especies de interés de este mismo grupo de cereales son Eragrostis tef (el teff), Eleusine coracana y Digitaria exilis (el fonio) todos ellos de elevado interés por sus valores nutricionales, adaptación a climas áridos o incluso en algunos casos – como en el del teff – por su bajo contenido en gluten, lo que les convierte en alimento adecuado para celíacos.
También algunos trigos como las escañas (Triticum spelta, T. dicoccum) y en menor medida los sorgos (Sorghum spp.) y avenas pueden considerarse como NUS, así como otros cereales mucho aún más olvidados como es el alpiste (Phalaris canariensis.)
Un caso muy especial lo constituyen los mal llamados pseudocereales, esto es aquellas especies de grano que no pertenecen a la familia de las Gramíneas o Poáceas sino a otras como Quenopodiáceas, Amarantáceas y Poligonáceas, y que presentan un elevado valor dietético, nutricional o medicinal por su alto contenido en proteínas y bajo índice glucémico, muchas de ellas de origen americano como la quinoa (Chenopodium quinoa), la cañihua (Chenopodium pallidicaule) la kiwicha (Amaranthus caudatus), y los amarantos, alegrías y huatlis (Amaranthus cruentus, Amaranthus hypochondriacus). El asiático trigo sarraceno Fagopyrum esculentum se ha convertido en una importante fuente de hidratos de carbono libre de gluten e ideal para la alimentación de celíacos. Y además de ellas, no hay que olvidar otras que también fueron importantes en la Antigüedad y ahora reverdecen ante la evidencia de sus propiedades nutricionales o medicinales. Este es el caso del lino (Linum usitatisssimum), del cáñamo (Cannabis sativa), del sésamo o ajonjolí (Sesamum indicum) y del llantén (Plantago spp.).
Árboles frutales
Con independencia de alguna recuperación local y muy actual, llegaron casi a desaparecer por completo del cultivo en la Península especies otrora frecuentemente cultivadas como el alfónsigo o pistacho (Pistacia vera), el azofaifo (Ziziphus lotus), los serbales (Sorbus domestica y S. aria), el azarolo (Crataegus azarolla) y majoletos o espinos albares (C. monogyna), el arrayán o mirto (Myrtus communis), que además de ornamental, cosmético y medicinal fue apreciado frutal, el almez (Celtis australis) y entre los cítricos, Citrus medica (cidro) y especies primitivas como azamboas, limoneros dulces o limas primitivas y bergamotas.
Otros cultivos, que tuvieron en otros tiempos mayor importancia, han ido mermando progresivamente su presencia hasta llegar a la marginalidad, como es el caso de la higuera (Ficus carica), de la que se ha perdido parte de su biodiversidad en cultivo, del membrillo (Cydonia oblonga), o del algarrobo (Ceratonia siliqua), antes muy utilizado como sucedáneo del chocolate y que hoy presenta interés para la industria farmacéutica por sus propiedades laxantes y otras virtudes y usos medicinales. Especial atención merecen los frutales hoy llamados “frutos rojos”, crecientemente valorados por sus propiedades antioxidantes; entre ellos el granado Punica granatum, el madroño (Arbutus unedo), los groselleros como Ribes nigrum y R. uva-crispa, el moral Morus nigra, las zarzamoras (Rubus rubrum, R.fruticosus), el ya citado mirto (Myrtus communis), las bayas del Goyi (Lycium barbarum), los arándanos (Vaccinium spp.) y endrinos (Prunus spinosa).
Una mención especial merece el caso del granado, del que cada vez se aprecian más sus virtudes antioxidantes y anticancerígenas, y del que después de haber vivido una fuerte marginación en el último cuarto del siglo XX, aparece ahora cada vez con más firmeza en el ámbito de nuestra fruticultura, pese a lo cual debemos reconocer haber perdido una parte significada de nuestra antigua diversidad varietal. Otros países mediterráneos como Turquía nos llevan mucho terreno por delante en el cultivo y consumo de esta especie. Y ni que decir tiene que quedan muchas especies de ambiente subtropical por incorporar a nuestra fruticultura de clima más cálido. Después del aguacate, chriimoyo, papayo y mango, están por aparecer otros muchos como Spondiax spp., Pouteria spp., Synzigium spp., Eugenia spp., Psidium spp., Annona spp., Cyphomandra betacea, Solanum quitoense,…
Aromáticas,edulcorantes, bebidas estimulantes, perfumeras, tintóreas, colorantes, encurtidoras, fibras y textiles …
Cultivo de Aloe Vera. Extracción del parénquima para su uso en postres y pastelería.
Pese a que algunas especias y aromáticas, como el azafrán, han resistido el paso de los siglos, otras perdieron su importancia y resultaron desplazadas parcial o totalmente por las americanas introducidas (Capsicum spp.) o por la intensificación del mercado internacional de especias. Este es el caso por ejemplo del mastuerzo y de las ya citadas mostazas. Algunas aromáticas europeas y mediterráneas son hoy día tal vez mucho más cultivadas o utilizadas en la cocina latinoamericana que en la española (cilantro y romero, por ejemplo). Entre las tintóreas se perdió el cultivo de plantas como hierba pastel (Isatis tinctorea) y gualda (Reseda lutea). Algo similar ocurrió con el zumaque (Rhus coriaria), especie característica de la cocina turca que triunfa en las cocinas latinoamericanas y de la que apenas hacemos uso en España pese a que todavía quedan en el paisaje ibérico frecuentes pinceladas rojas procedentes de las poblaciones asilvestradas de antiguos cultivos de zumaque para su uso como encurtidora en la industria y artesanía de la piel.
Nuestra amapola, Papaver rhoeas es cada vez más usada en pastelería de diseño y la americana chia (Salvia chia) es una semilla con dos tercios de su contenido en lípidos formados por ácidos grasos insaturados, sin contenido en gluten y con alto contenido en fibra y proteínas, que la convierten en un importante recursos dietético en el control del colesterol, tensión arterial, regeneración de tejidos y actividad cerebral y otras muchas virtudes. De Sudamérica también ha llegado ya un importante edulcorante para diabéticos, Stevia peruviana, que ya se cultiva y comercializa en España. Y recuperando estamos ahora por sus virtudes dietéticas – alimento para celíacos – la olvidada alhova (Trigonella foenum-graecum) y otras muchas aromáticas están en lista de espera para recuperar prestigios perdidos en nuestra cocina tales como el cilantro (Coriandrum sativum) o el ruibarbo (Rheum palmatum). Entre las especies estimulantes y psicotrópicas para su consumo en infusión y/o bebidas alcohólicas también existen muchas ideas a ensayar: el té (Thea sinensis) o mejor aún la hierba mate (Ilex paraguaiensis), consumida por millones de personas en Sudamérica y ya también en algunos países mediterráneos. En el género Artemisia tenemos especies endémicas en peligro de extinción por su consumo silvestre (A. granatensis) y otras que fueron tradicionales y hoy están marginadas por sus efectos supuestamente nocivos (la absenta o ajenjo, A. absinthium).
Un breve párrafo merece el caso de Aloe vera y el de otras especies del mismo género (A. saponaria, A. ferox,..) que irrumpieron hace más de 3000 años en el campo de la medicina y ahora alcanzan el de la alimentación precisamente de nuevo por sus virtudes dietéticas. El acíbar o aloe que llegó a caracterizar los paisajes agrícolas axarqueños (Málaga) en el reino nazarí, reaparece ahora en el marco de nuestra agricultura en áreas libres de grandes fríos. Y puesto que hemos citado de soslayo el mundo de la cosmética ý perfumería advertimos de las muchas posibilidades que ofrece, así como el de las artesanías de los tintes naturales o el de las fibras vegetales. Imposible es, tratar en pocas páginas este horizonte como también lo es el de la enorme capacidad de incremento de la agrodiversidad en la producción de ornamentales y plantas de vivero para jardinería. No puede el lector aspirar a una visión completa de los miles de especies nuevas que podrían incorporarse a nuestra agricultura.
Si diversificar fue siempre una acertada estrategia para cualquier iniciativa empresarial, en el campo de la agricultura, en este momento, diversificar, es una imperiosa necesidad.
Dificultades previsibles en el proceso de transferencia: el marco internacional en la transferencia de germoplasma y conocimientos
Las perspectivas de recuperar algunas o muchas de las citadas NUS en páginas anteriores o bien de otras que hayamos podido ignorar en este corto espacio, presentan no solo las dificultades inherentes de cualquier reconversión agrícola y el requerimiento de una demanda y mercado asegurado para los nuevos cultivos y productos sino, mucho antes, evitar las limitaciones que presenta el actual marco internacional de acceso al germoplasma como resultado de la aplicación e los criterios del Convenio Internacional para la Conservación y el Uso sostenible de la Biodiversidad (CBD), de sus normas en materia de Acceso y Distribución de Beneficios y más en concreto de la aplicación del Protocolo de Nagoya. El material de partida, semillas, bulbos, rizomas o cualquier otro material de propagación requiere del acuerdo previo (ATM) e incluso contrato de acceso, entre el agente demandante y el país de origen. Estamos hablando de innovar, y por lo tanto la mayor parte de esas posibles NUS van a estar fuera de los anexos del Tratado Internacional para los Recursos Fitogenéticos de FAO, lo que dificultará aun más el camino en el caso de materiales de propagación que deban ser importados de otros países. Se requiere de la colaboración de la administración del Estado en la facilitación de esos acuerdos, en el marco de la cooperación internacional.
No obstante, no en todos los casos encontraremos en este camino las restricciones del Protocolo de Nagoya. Precisamente en la mayor parte de ellos, se tratará de especies olvidadas o marginadas de nuestra propia flora o de nuestro propio patrimonio fitogenético que podremos recuperar de forma endógena a partir de nuestros bancos de germoplasma, agricultura tradicional y prospección etnobotánica, todo ello con la ayuda de esa documentación histórica que no nos cansaremos nunca en reivindicar como valiosa plataforma para la innovación.
En otros casos y como hemos indicado más arriba, al haberse podido conservar nuestras antiguas variedades y cultivos en el contexto agrícola de otros países, también tendremos que recurrir a los acuerdos de transferencia, pero probablemente podremos hacerlo, si esto se plantea de forma lógica e inteligente, en el marco de una cooperación biunívoca que beneficie tanto a los intereses de la agricultura española como a los del país de procedencia. Y de nuevo será necesaria una política clara y decidida de la administración, estableciendo objetivos estratégicos y facilitando este tipo de acuerdos. Determinados países de Latinoamérica, del Norte de África y Mediterráneo deberían ocupar ese espacio de prioridad.
Con información de: revistaambienta.es
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